¿Sueño o Realidad?
—¿Que cojones haces? — Le grité en la cara.
—¿Quien coño te crees que eres, para ponerme las manos encima?
—No te hagas la estrecha, en el fondo lo estas
deseando.— Me siseó en la cara.
Y lo peor de todo es que tenía razón. El solo
roce de su mano en mi hombro, había despertado todos mis sentidos. Había
erizado mi piel, un escalofrío recorrió mi espalda... ¡Basta Noelia, basta!...
Como siga ese hilo de pensamientos... No sé cómo acabaremos. Y con este tipejo
no quiero nada, absolutamente nada...¿A quién pretendo engañar? Ese hombre es
puro deseo carnal, excitación, morbo... Es alto, delgado, no muy fuerte. Pelo
de color oscuro, mirada penetrante. De esas que cuando te miran te seduce, te atrapa
y no te deja huir salvo que él te de permiso. Y tiene unos labios... Ummm que
labios... Seguro que esos labios saben hacer muchas cosas.
Me mira... Me desafía...—¿Quieres dejar de
mirarme?— Le digo ya más que enfadada.
—¿Y tú quieres dejar de provocarme?
—¿Yo? ¡Pero sí no estoy haciendo nada!
—Me pones cachondo cuando te enfadas.— y...
¡Premio para el amigo! Acaba de lograr que moje mi tanga. Que digo moje...
¡¡Más bien lo he empapado!!
—Pues tu no me pones nada de nada— Miento como
una bellaca. Pero no debo sucumbir a la tentación.
—Mentirosa...— Me dice al oído de forma melosa y
provocativa. Y lo peor de todo es que él sabe que le miento, sabe que me atrae,
sabe que me pone cachonda. Pero no quiero que jueguen conmigo, he pasado mucho,
y no quiero sufrir más. Por otro lado, si no me doy la oportunidad...¡ Qué
demonios! ¡Lo quiero dentro de mí! ¡Quiero sentirlo una y otra vez! ¡Quiero
sentir su leche resbalando por mi vagina! Quiero... Quiero...¡Se acabó! ¿Y qué
hice? Pues lo que creo que habría hecho cualquiera, en esta situación.
Defenderme..
—¡Yo no miento!— Le dije indignada. ¿Y qué
creéis que hizo él? ...pues...
Me empotró contra la pared, subió mis brazos por
encima de mi cabeza. Con sus piernas separó las mías. Me besó, como nunca antes
me habían besado. De una forma carnal, sexual y excitante. Me tenía atrapada, y
mi cárcel era su cuerpo empujando el mío contra una pared blanca, en una
habitación de hotel.
—Te voy a desnudar, te voy a lamer el cuerpo.
Después me arrodillaré y lameré tu coño. Después te pondré de espaldas a mí,
haré que te inclines hacia adelante, dejando tu precioso culo en pompa. Y
entonces de una sola estocada te penetraré y te follaré. Prepárate nena, porque
hoy serás mía.
¡Hala! ¿Y ahora que digo? Me ha puesto cardíaca.
¿ Cómo puede alguien solo con ciertas palabras volverte loca?... Y yo solo
puedo jadear y jadear... Gemir y gemir... Y de esta manera, él sabe que estoy a
su merced. Mira si lo sabe que comienza su juego.
Tal y como me predijo, ha comenzado
desnudándome... Me ha desabrochando lentamente la blusa, dejando al descubierto
mis pechos, cuyos pezones llevan erectos, desde el primer contacto con él. Me
los roza lentamente, como el que no quiere la cosa, por encima de mi sujetador.
Yo me arqueo ansiando más contacto. Desabrocha lentamente mi falda, y la deja
caer al suelo. Llevo tanga y medias liguero, y al verlo enloquece. —Las medias
liguero junto con esos tacones se quedan. Tanga fuera porque me va a estorbar.—
Y ¡zas! Levanto la mirada sorprendida ¡Me ha roto el tanga! ¡Dios que morbo!
Lejos de estar enfadada, me pongo más cachonda aún. Me quita también el
sujetador, y se aparta de mí, para observarme desde la distancia. La imagen
debe de ser surrealista total, yo aborta de piernas, manos arriba, en pelotas,
con tan sólo unas medias liguero y mis taconazos. ¡Olé yo!
—Preciosa— le oigo murmurar.
Se acerca de nuevo a mí, me besa y comienza a
tocar mis pezones con las manos. Separa sus labios de los míos, y lentamente
comienza a descender por mi cuerpo. Sin dejarse rincón alguno. Besando y
lamiendo al mismo tiempo. ¿Donde más se entretuvo? Mis pezones, claro está.
Allí se deleitó una y otra vez de mis pequeños montes marrones duros como
piedras. Los succionó, lamió, y mordisqueó, mientras yo chillaba de placer.
Cuando se dio por satisfecho, siguió recorriendo
mi cuerpo, hasta llegar a mi desnudo monte de Venus. Limpito y libre de
posibles obstáculos. Con dos dedos, separó mis labios vaginales, dejando a la
vista mi botoncito de placer. Acercó lentamente su boca y la posó en mi
hendidura. Sacó a pasear su lengua y recorrió mi coño de arriba abajo. Llenando
todo de su saliva, mezclada con mi humedad. La punta de su lengua comenzó a
jugar con mi clítoris hinchado. Mientras que con su mano libre me penetra con
dos dedos. —Ahhhh— jadeo. Aumentó el ritmo de los lametones y de la
penetración. Era maravilloso, sabía lo que hacía. Sabía cómo tenía que mover la
mano y chuparme. De repente noté un calambrazo en mi clítoris, y chillé. Pero
de puro placer. Me había mordisqueado el botoncito, proporcionándome casi un
orgasmo.
Se separó de golpe de mí, me cogió de las
caderas y me giró. Me separó de la pared, hizo que me inclinara hacia delante,
apoyando mis manos en la pared y dejando mi culo en pompa. —Abre las piernas.—
Me dijo, y yo obedecí automáticamente. —Más... — Me volvió a decir. Así que lo
volví a obedecer. Y menos mal, porque no me dio casi tiempo ni a respirar, me
embistió. Se introdujo en mi interior de una sola estocada. De repente me
sorprendió, me cogió de la coleta, se la enroscó en la mano y tiró de mi pelo
hacia atrás. Esto provocó mucha excitación en mi, nunca me habían follado de
esta manera. El que me tuviera cogida así, me llevaba a arquear la espalda, y
que la penetración fuera mucho más placentera. Y vaya sí lo era...
Su ritmo era rápido, y marcado. Lo podía sentir
completamente en mi interior. Un calor recorrió mi interior, y se transformó en
una especie de relámpago que atravesó mi cuerpo. —Más...más por favor...— Le
supliqué. Mi orgasmo se avecinaba. Él me concedió mi deseo, y me penetro con
rudeza y fiereza. Y de repente, me caí a un precipicio de placer y locura que
me hizo chillar y gozar como nunca. Contraje mis paredes vaginales al tiempo en
que el orgasmo hizo aparición, volviéndolo completamente loco.
Cuando notó que había terminado, me la sacó del
interior, me giro de nuevo mirando hacia él y me puso de rodillas frente a su
duro y erecto pene. — Mi turno— dijo con una pequeña sonrisa en sus labios. Y
supe que no tenía que esperar mucho, pues mientras me arrodillaba, al tiempo
que él seguía masturbándose frente a mí, pude comprobar que su punta brillaba
de excitación. Así qué me sitúe frente a él con la boca abierta esperando mi
recompensa. Y como bien había previsto no tardó en llegar. Echó la cabeza hacia
atrás de placer, cuando su pene compulsión o y expulsó su semen directamente a
mi boca. El seguía meciendo su pene entre las manos, ayudando a que saliera
todo, mientras yo relamía los restos de la punta. Una vez satisfechos los dos,
me cogió en brazos y me llevo cogida a su cuello hasta...
—Pipipipipi— ummmm ¿qué es eso? Miro
extrañada.... ¡Joder la alarma! .... Entonces.... —¡Mierda! ¿Todo ha sido un
puñetero sueño?
Marta de Diego.
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